La preparación para correr 100 kilómetros es un viaje especial. Tienes que preparar no solo a tu cuerpo, sino a tu mente. Tienes que desacelerar tus ideas tu impaciencia por correr y por terminar. Tienes que aprender a aceptar el cansancio, el dolor y la frustración.

Nos hemos acostumbrado a la comodidad y prácticamente nos hemos programado para perseguirla. No hay que olvidarnos que el dolor nos recuerda que esta es nuestra realidad, y estar inmersos en lo real y en el presente es algo positivo. Estamos en el aquí y en el ahora, viviendo cada instante gracias al dolor.